miércoles, 2 de noviembre de 2011

LIBROS HUÉRFANOS

Esperaba con ansia aquel momento de la tarde, que surgía de manera improvisada, y en el que la mesa de atrás era utilizada como mostrador de cientos de libros que, abandonados a su suerte, esperaban ser acogidos por ávidos lectores. Todos los presentes se levantaban como resortes de sus sillas y acudían en masa a revolver en el 'rastrillo' de historias, en busca de aquella que le evadiría de la realidad en su tiempo libre. Era lo más similar a una cadena de montaje en la que, todos los allí congregados, iban pasándose de mano en mano todos los ejemplares que desechaban. Tenían una misión en común: saciar su apetito lector. Poco a poco, cada uno iba encontrando los tesoros que reposarían en su mesita de noche y regresaba a su plaza con varios tomos bajo el brazo y con una sonrisa dibujada en su rostro.

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