domingo, 22 de septiembre de 2013

HASTA NUEVA ORDEN

Últimamente aparco libros con demasiada facilidad. Creo que se ha impregnado en mi el modo de vivir tan rápido de Madrid, que lo extrapolo a las obras. Si al pasar varias páginas no me ha atrapado su lectura y lo único que hago es tragar letras sin digerirlas, lo siento en el banquillo hasta nueva orden. No hago lo mismo, en cambio, con aquellos cuya prosa fluye en mi al igual que lo hace la sangre por las venas. La lectura y escritura es, para mi, una de las mejores terapias que permiten escapar durante varios instantes de las dificultades que conlleva la existencia. En esos momentos, cuando hierven las obsesiones y los delirios, cuando las emociones afloran y hacen brotar en mi reacciones desconocidas, un buen libro me traslada lejos del habitáculo en el que me hallo y me mete en la piel de personajes variopintos con los que viajo de norte a sur y de este a oeste. Y, en noches de insomnio, que afortunadamente son las menos, me ayudan a conciliar el sueño más rápidamente si cabe. La lectura tiene así el poder de evasión y, por ende, de relajación. Algo que, en el momento actual, es un estadio que se cotiza a la alza.