domingo, 27 de noviembre de 2011

INSOMNIO

No quería dormir. Le daba miedo sumergirse en la abismal profundidad que suponía el sueño. Se negaba a cederle horas a la inconsciencia. Prefería aprovechar la penumbra y el silencio que dejaba la noche para seguir navegando libremente. También, para exprimir cada gota de inspiración que le brotaba, fruto de su insomnio. Los vecinos dormían, el sereno vigilaba las calles vacías e iluminadas por la suave luz que emitía una serie de farolas blancas, colocadas al borde del precipicio. Había algunos despistados que volvían apresurados a sus hogares. También, noctámbulos que no querían dejar escapar la oportunidad de ver la ciudad desde otro prisma. Existían más amigos de la noche de los que ella imaginaba. Dentro, en su morada, no se oía nada más que el 'tic tac' del reloj que recordaba, amenazante, la cuenta atrás para que la ciudad volviera a ponerse en pie. No le importaba. No quería dormir.

jueves, 17 de noviembre de 2011

NUNCA LA TRISTEZA FUE TAN BONITA

Los portales son, a menudo,  refugios de la lluvía, del frío, de la noche, del desamparo. Saludan al estudiante que regresa de viajar desde su pupitre por el mundo, acogen al trabajador que agotado llega después de finalizar su aportación diaria a la sociedad, al cartero que hace llegar mensajes que proceden de kilómetros incontables, a la familia, a los amigos, a la pareja. A la persona que deambula por la calle sin destino alguno más que aquél que sus piernas le permiten. Existen guaridas que sin quererlo se convierten en templos de culto. Hace doce años, un portal fue testigo de la última noche de un cantante o de un poeta, no sabría como definirle. Se trata del músico que más me ha transmitido y con el que más me he identificado hasta la fecha. Nunca pude escuchar sus acordes ni su voz 'in situ' pero su repertorio me ha acompañado más que muchas personas desde que supe de su existencia un día por casualidad. Sus textos eran reflejo de sus dudas, miedos, preguntas a la vida, pasión por la existencia y la confusión que ésta le generaba.  "Las canciones tristes son las más profundas", decía, y no le faltaba razón. Sus ojos se abrieron en el mismo barrio en el que vivo ahora y se cerraron en la zona que más me gusta de Madrid, tal día como hoy.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

LIBROS HUÉRFANOS

Esperaba con ansia aquel momento de la tarde, que surgía de manera improvisada, y en el que la mesa de atrás era utilizada como mostrador de cientos de libros que, abandonados a su suerte, esperaban ser acogidos por ávidos lectores. Todos los presentes se levantaban como resortes de sus sillas y acudían en masa a revolver en el 'rastrillo' de historias, en busca de aquella que le evadiría de la realidad en su tiempo libre. Era lo más similar a una cadena de montaje en la que, todos los allí congregados, iban pasándose de mano en mano todos los ejemplares que desechaban. Tenían una misión en común: saciar su apetito lector. Poco a poco, cada uno iba encontrando los tesoros que reposarían en su mesita de noche y regresaba a su plaza con varios tomos bajo el brazo y con una sonrisa dibujada en su rostro.