sábado, 27 de diciembre de 2014

BENDITOS BADENES

A medida que cumplo años, y con el aumento de experiencias vividas que ello implica, me doy cuenta de que la vida es el mayor regalo con el que a uno se le puede obsequiar. Esa creencia viene reforzada por la conversación que tuve recientemente con un amigo que me instó a que me diese cuenta de que era afortunada solamente por poder respirar cada día. Y es que solo el hecho de levantarse, y que esa actividad automática no cese, es motivo suficiente para sonreír ante la situaciones que se presenten durante el día por muy difíciles que se tornen.
En este sentido, con el paso del tiempo, se da uno cuenta de que la vida no se contabiliza por el número de triunfos cosechados sino por el de obstáculos saltados. Estos 'benditos' badenes son los que consiguen hacernos mejorar como personas, distinguir lo que realmente es importante de lo que no, y valorar a aquellos semejantes que nos apoyan y quieren, tanto en los buenos como en los malos momentos.
Precisamente, en cierta ocasión escuché a alguien de mi entorno decir que la vida era muy bonita, al igual que dura y que, por ello, había que rodearse de aquellos que nos la hagan lo más fácil posible. No pudo dar mejor en el clavo. Se trata de que las personas que nos rodean, nos tiendan la mano cuando estemos en el suelo, pero de que también bailen con nosotros mientras exprimimos el jugo de la vida, sin tratar de empañar el vaso que vemos medio lleno.  
En general, el calor humano y la actitud ante la vida, junto con el tiempo, hacen que la persona vuelva siempre a la casilla de salida. Eso sí, más reforzada y con más apetito de ganar la partida.  

'CASA GELÍN': UN OASIS ASTURIANO EN CHAMBERÍ

Situada en la calle Alonso Cano (22), en el barrio madrileño de Chamberí, 'Casa Gelín' pretende ser un oasis para la comunidad asturiana afincada en Madrid, y por qué no, también para el resto de comensales procedentes de cualquier parte de la geografía que deseen adentrarse en la gastronomía característica de esta región del norte de España.

A escasa distancia de la parada de metro Alonso Cano (línea 7), se encuentra este local, propiedad de Ángel, un ovetense, quien ha ido transformando con el paso de los años su establecimiento hasta convertirlo en una sidrería asturiana. Por ejemplo, antes de rebautizarse en el restaurante que es ahora, el recinto era una cosmopolita taberna irlandesa que servía de punto de encuentro para aquellos que querían evadirse de la realidad con la ingesta de cervezas variadas, al compás de música anglosajona.

Con el tiempo, los barriles de cerveza dieron paso a los escanciadores y, pese a que la bebida dorada siguió siendo la favorita del local, tuvo una fuerte competidora: la sidra. Del mismo modo, los motivos irlandeses que salpicaban las paredes fueron sustituidos por cuadros de hórreos, que trasladan al comensal al norte de España. Es más, en ocasiones, éste tiene la sensación de encontrarse resguardado en una cabaña norteña más que en un restaurante en pleno centro de Madrid.

Ángel supo reinventarse y, gracias al apoyo de sus seres queridos y su habilidad en los fogones, colgó la bandera azul con la cruz amarilla del mástil de su buque insignia, y comenzó a elaborar platos típicos asturianos. Así, sus días transcurren entre ollas de cuya erupción resulta fabada, fabes con almejas o sopa castellana, y escanciadores. Otras especialidades asturianas que elabora son salmón a la plancha, pollo asado a la sidra, cachopo al cabrales o trucha a la plancha.

Los platos son regados con la sidra bien escanciada por sus empleadas, formadas por el propio Ángel. Además, los más osados que acudan al local pueden manejar la batuta de esta tradición norteña.

Entre semana existe un menú al mediodía definido por un primero y segundo (a elegir cada uno entre cinco platos), pan, bebida, postre o café, que ronda los 9,5 euros (no se admite el pago con tarjeta). El fin de semana, su precio asciende a 11.

Por la noche, no hay menú pero el comensal cuenta con ensaladas variadas: de ventresca, pollo o pimiento y atún, cuyo precio medio es de 10 euros, y/o canapés (salmón, trucha, bacalao, anchoas, cecina o chorizo ibérico), cuya unidad ronda los 3. Existen también raciones que van desde el chorizo asturiano, queso cabrales hasta el jamón de bellota. La mayoría de los productos son traídos exclusivamente de Asturias.

Por su parte, los que prefieran trasnochar y decidan acudir al local durante la madrugada pueden disfrutar de buena música al calor de copas y sidras hasta la una de la mañana (de lunes a jueves) o hasta las cuatro (viernes y sábado). El establecimiento está abierto todos los días desde la una de la tarde, y los domingos solo abre para servir comidas (de una a cinco de la tarde).

miércoles, 24 de diciembre de 2014

BALANCE LIBROS 2014

Este año también ha sido intenso en lecturas (seguro que me dejo alguna):

-  'Cuentos africanos' (Mamaru Bngone y Olga Roig): 7

-  'Heroica tierra cruel' (John Carlín): 8

-  'La Santa' (Mado Martínez): 7

-  'On the road' (En el camino) (Jack Kerouac): 6,5

-  'El orgasmo de mi vida' (Silvia C.Carpallo): 6

-  'La hojarasca' (Gabriel García Márquez): 7

-  'Poeta en Nueva York' (Federico García Lorca): 6

-  'En los zapatos de Valeria' (Elisabet Benavent): 7,5

-  'Grandes pasiones de la historia' (VV.AA): 7

-  'El conflicto de Chechenia' (Carlos Taibo): 8

-  'La conjura de los necios' (John Kennedy Toole ): 7

-  'Viaje de un desmemoriado' (Benito Pérez Galdós): 8

-  'Con ánimo de ofender' (Arturo Pérez Reverte): 9

-  'Maneras de ser periodista' (Julio Camba): 8

-  'La rana viajera' (Julio Camba): 7,5

-  'El pabellón número 6 y otros cuentos' (Antón Chejov): 7

-  'Estambul' (Orhan Pamuk): 6

-  'Cartas a un buscador de sí mismo' (Henry David Thoreau): 6,5

-  'La ciudad y los perros' (Mario Vargas Llosa): 6

-  En trámite: 'La montaña mágica' (Thomas Mann)

                                                                                                    
                                                           ¡Qué caigan muchos libros en 2015!

domingo, 16 de noviembre de 2014

HAN LLOVIDO 15 AÑOS

La música es, en ocasiones, la mejor compañera en el viaje de la vida. Con ella, se celebran los momentos en los que, para bien o para mal, la respiración se corta o los ojos brillan de manera especial. En esa gama cromática musical, existen tonalidades que destacan más que otras. No se buscan, se encuentran. Por casualidades de la vida, una tarde de domingo, previa a una vuelta a la carretera, cafetería, y a las aulas en las que tomaba contacto con el mundo del Periodismo, descubrí una película española, protagonizada por veinteañeros que buscaban su suerte en las calles de Madrid. La historia, dura y realista como la vida misma, lo reconozco, me fascinó. De los 106 minutos que la cinta robó mi tiempo de ocio, hubo unos pocos que, yo sin saberlo por aquel entonces, iban a configurar la principal banda sonora de mi existencia.

“He muerto y he resucitado” y los acordes que previamente marcaban la voz rota de Enrique Urquijo cautivaron mi atención desde el primer momento, a lo cual siguió una meticulosa investigación para conocer el paradero del autor de 'Pero a tu lado'. Desde entonces, he perdido la cuenta de las veces que he podido escuchar esa canción, la cual sugiero que me pongan en cualquier momento y lugar, sin llegar a perder la ilusión por escucharla de nuevo. Y es que, por muy difíciles que sean las circunstancias, esta sintonía, la cual dicen que es de las pocas en las que Urquijo destapa la cara positiva de la vida, me dibuja un horizonte amplio y lleno de posibilidades. Y más, cuando la escucho a través de los auriculares deambulando por el metro o las calles de Madrid.

Su repertorio musical tanto de él con 'Los Secretos' u otros grupos musicales han sido mis cintas de cabecera. Las veces en las que he podido disfrutar 'in situ' de sus poemas musicales, a través de la voz de su hermano Álvaro, han salido ya de cuenta. Y las que quedan. La suerte del destino hizo que supiera de su existencia cinco años más tarde de esa fatídica noche en la que escribió la letra más amarga de su recopilatorio en un portal madrileño, anclado en el entresijo de calles que configuran el barrio de Malasaña y que, desde entonces, se ha convertido en templo de culto para sus seguidores.

Aquellos que tuvieron la suerte de tratarle decían que era un ser humano excepcional, de esos que tan poco abundan, tanto hacen falta, y tanto me gustan a mi. Tímido y sencillo fue capaz de hacer que la tristeza y el desengaño amoroso, entre otras cuestiones, tuviesen un espacio destacado en el panorama musical de los 80/90. Y es que, “la nostalgia y la tristeza suelen coincidir”, tal y como explicaba en una de sus canciones. Una filosofía que defendía a ultranza en sus intervenciones públicas, alegando que “las canciones tristes son las más profundas”. Quizás sea esa la principal razón de que “han llovido 15 años", y su legado siga siendo recordado en los bares, medios de comunicación, y en los hogares de muchas personas. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

INMIGRACIÓN

Son tantas las cuestiones que quiero morder en una sola entrada que no sé por donde comenzar. Me centraré en tres, que iré distribuyendo en varias: el drama de la inmigración con los continuos saltos de la valla de Melilla por parte de personas que buscan un futuro mejor; el conflicto en Gaza (Palestina), que se ha cobrado la vida de un millar de seres inocentes, y de la epidemia de Ébola que azota en estos momentos a varios países africanos.

Quería comerme 2014 a bocados y, nada mejor para ello, que viajar hacia un lugar periodísticamente interesante, hablar con los lugareños, escribir sus historias, y, en el mejor de los casos, venderlas al mejor postor. Necesitaba para esta aventura un cómplice: otra alma soñadora como la mía. Tras varias vueltas a la esfera terrestre sin despegar los pies del suelo se pensó en un punto caliente en esos y estos momentos: Melilla. Allí se encuentra una construcción del hombre con el objetivo de dividir mundos y establecer distancias. No contentos con esa separación artificial, la conocida valla está conformada por concertinas que tratan de amedrentar a los valientes que tratan de cruzar al que se supone que es un lugar mejor para vivir. Algunos osados caen presas de sus garras y, lastimados, expulsan su dolor, a veces no tanto físico sino procedente de sus almas por recorrer miles de kilómetros y encontrarse a su llegada con la bienvenida más malvada que un ser humano puede encontrar.

Precisamente, entre las pocas lecciones que aprendí cuando estudiaba Periodismo, se encuentra la de cómo se trata en los medios de comunicación la cuestión de la inmigración. Recuerdo aún que el profesor nos dio varios periódicos y nos hizo subrayar todas las expresiones 'políticamente incorrectas' que hacían referencia a la llegada de personas de terceros países al nuestro. Esa enseñanza se me quedó grabada a fuego y, por eso, nunca escribo, ni en un titular, la expresión 'sin papeles', aun teniendo que sustituirla por otra más larga y rebuscada.

El drama de Melilla o el de la inmigración en general se plasmó este año en la foto ganadora del 'World Press Photo'. Una instantánea poco común a las ya premiadas que, en su composición, se retrata a varios inmigrantes utilizando la luz de su móvil en una noche oscura como su futuro que trata de alumbrar su camino. Los expertos comentan que la imagen dignifica su travesía hacía lo que supone que es un mundo mejor, al tiempo que pone en valor el uso de las nuevas tecnologías.

Finalmente, tras varios intentos fallidos de contactar con varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en la zona, se decidió abortar la misión, no sin cierto mal sabor de boca por no haber podido pisar la zona para denunciar el drama. 

EL RETORNO

Mucha gente se establece propósitos con el comienzo del año; sin embargo, a mí, personalmente, me gusta fijarlos antes de que llegue septiembre. Será, quizás, una reminiscencia de cuando era pequeña y renovaba libros y vestuario con la aparición del nuevo curso escolar. Ahora, en vacaciones, momento en el que mi cabeza intenta desconectar de la rutina, empiezo a reflexionar sobre el punto en el que me encuentro en muchos planos de mi vida y sobre cuál es el horizonte al que quiero llegar. No es fácil, se necesitan incontables horas, días y meses. Este oasis en el que me hallo me puede ayudar a dilucidar muchas cuestiones que me han perturbado durante los últimos tiempos y que, a día de hoy, aún entorpecen mi día a día. Hace tres años cuando abrí este blog, después de cinco clases de buen periodismo con el mejor de los maestros, me prometí actualizarlo asiduamente. No tanto con el objetivo de que la gente conociese mis impresiones sobre el mundo actual sino para desahogarme también sobre otras cuestiones más personales. Sigo creyendo que la escritura, junto con otras  disciplinas, es la mejor de las terapias, especialmente para personas como yo que no dejan de cuestionar continuamente todo aquello que les rodea.  No voy a prometer nada que no vaya a cumplir, solo digo que lo volveré a intentar. 

lunes, 7 de abril de 2014

20 AÑOS DESPUÉS (Recordando un verano de tesina)

Hace 20 años, el mundo dio la espalda a una de las mayores masacres de la historia reciente en la que fallecieron cerca de 800.000 personas, y que se recuerda especialmente todos los años en el Día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio cometido en Ruanda, que tiene lugar el 7 de abril. La sucesión de errores cometidos fruto de la inacción internacional y que alimentaron la catástrofe no parecen haber sido aprendidos, tal y como se observa en estos momentos con la posición internacional ante el conflicto que envuelve a Siria. 

Ruanda es un país situado en la región de los Grandes Lagos, en el África Central.  Su historia reciente comienza con la Conferencia de Berlín (1885) en la que, tras dividir al continente africano y repartirlo entre los colonizadores europeos, quedó bajo el amparo de Alemania.

Después de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones acordó que estas colonias debían de ser tuteladas por naciones avanzadas. En el caso de Ruanda-Burundi, fue Bélgica la que prometió ocuparse de su administración, desarrollo, libre expresión y  libertad religiosa.

Desde antaño, los hutus tenían la creencia de que la etnia tutsi había invadido el país y les había sometido a su voluntad. Los administradores belgas ayudaron a reforzar este pensamiento, al hacer discriminaciones entre unos y otros, como designar a los hutus los trabajos más duros. Además, crearon un sistema de tarjetas de identificación de etnias en el que calificaban a tutsis y hutus, que fue utilizado, durante los tres meses en los que tuvo lugar las matanzas, por la milicia interahamwe para identificar a los tutsi y exterminarlos.

Por otro lado, antes de que comenzara la masacre, el Programa de Ajuste Estructural (PAE)  del Fondo  Monetario Internacional y del Banco Mundial otorgaron préstamos al Gobierno de Ruanda, que fueron destinados, a la compra de armas a países como Francia y Egipto.  En este sentido, Egipto firmó hasta ocho acuerdos armamentísticos con Ruanda desde 1990 hasta que comenzó el genocidio en 1994.

En paralelo, el Gobierno de Ruanda y el Frente Patriótico Ruandés estuvieron enfrentados en una guerra civil, que comenzó en 1990  y que finalizó  con el Acuerdo de Arusha, firmado en Tanzania en agosto de 1993.

POCOS MEDIOS

Por su parte, UNAMIR, la misión de Asistencia de Naciones Unidas para Ruanda, nació con el objetivo de garantizar que se cumpliera el Acuerdo de Paz de Arusha y cesaran las hostilidades entre el Frente Patriótico Ruandés y el Gobierno. Sin embargo, esta misión no recibió la misma atención que otras que estaba establecidas en regiones como Somalia y la Antigua Yugoslavia.  Su equipamiento era insuficiente y obsoleto y su personal no estaba lo suficientemente preparado para abordar los retos a los que se enfrentaba.

El 6 de abril de 1994, el  avión en el que viajaba el presidente ruandés Juvénal Habyarimana fue alcanzado por dos misiles tierra-aire cuando se aproximaba al aeropuerto de Kigali. La aeronave estalló y los pasajeros murieron en el siniestro. En la localidad de Kacyiru, al norte de Kigali, los residentes explicaban que, nada más conocerse la noticia, llegaron al lugar los interahamwe y comenzaron a matar a la vista de todos.

La situación poco a poco iba deteriorándose y los recursos con los que contaba la misión se agotaban. Algunos comandantes alertaron, hasta en siete ocasiones, de que la misión debía de ser reforzada si querían evitar una masacre, pero sus superiores hacían ‘oídos sordos’ a estas demandas. Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, Butros Ghali, se negaba a reforzar la misión o readaptar el mandato e incluso planteó la retirada de todos los efectivos de UNAMIR, al mismo tiempo que se aumentaban los efectivos de UNPROFOR, la fuerza de mantenimiento de paz en Croacia y Bosnia-Herzegovina.

En mayo, la situación estaba tan deteriorada en Ruanda que Francia planteó a Naciones Unidas el envío de 5.500 cascos azules. Finalmente, el Consejo de Seguridad aprobó la intervención francesa el 23 de junio mediante la resolución 929, que autorizaba un mandato conforme al Capitulo VII, es decir, permitía utilizar todos los medios necesarios, incluido el uso de la fuerza. Los franceses debían garantizar la seguridad de las zonas humanitarias y proteger a los desplazados, y a los trabajadores que prestaban ayuda. Esta misión, que, iba ser coordinada por el propio secretario general, tenía una duración  de 60 días.

La guerra civil que había mantenido el Gobierno y el Frente Patriótico Ruandés vio su fin el 18 de julio de 1994. Al día siguiente, se proclamó un nuevo Gobierno de unidad nacional, que incluía representantes de todos los partidos políticos. Sin embargo, la mayoría de ellos, 12 de los 18 ministros, seguían siendo hutus. Este Gobierno sería presidido por Pasteur Bizimungu y contaría con Paul Kagame como vicepresidente, que se convertiría en presidente en marzo de 2000 para seguir gobernando hasta la actualidad.

Naciones Unidas realizó con posterioridad un informe en el que determinaba que el secretario general podía haber hecho más de lo que hizo, puesto que contaba con las facultades necesarias para haber llamado más la atención de la comunidad internacional sobre lo qué estaba ocurriendo en Ruanda.

Asimismo,  Ghali reconoció que había fracasado a la hora de abordar la crisis que sufría Ruanda. Admitió que se había cometido un genocidio, una palabra que evitaron nombrar durante todo el tiempo a pesar de que, tal y como establece la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio en Ruanda, había “la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

El Consejo de Seguridad creó, después, el Tribunal Penal Internacional Para Ruanda  en el que se juzgarían aquellos delitos cometidos entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 1994.

MICROCRÉDITOS

Después del genocidio, la comunidad internacional tomó parte en la reconstrucción del país, a través de la concesión de microcréditos. Estos créditos consistían en entregar una parte en especie, ya fuera animales y productos agrícolas, y otra en efectivo, con un tipo de interés cero.

Estos préstamos, que sirvieron para poner en marcha cultivos de arroz y maíz, ayudaron a mejorar su solvencia económica, a aumentar su tasa de alfabetización, y a fortalecer su tejido social. Personalmente, los ruandeses percibieron además que había aumentado su autoestima y su confianza, según revela un estudio  piloto de evaluación de impacto del programa de microcréditos de Cruz Roja Española en Ruanda.

Por último, la puesta en marcha de ‘Studio Ijambo’ en la región de los Grandes Lagos gracias a la ONG’ Search for Common Ground,’ también contribuyó a la reconstrucción de la sociedad ruandesa. Periodistas hutus y tutsis realizan programas que son difundidos en radios de la zona y en Internet y que persiguen la comprensión, el diálogo y la reconciliación entre sus habitantes.