jueves, 29 de diciembre de 2016

CUENTO DE NAVIDAD: LA BATALLA ANCESTRAL POR EL AGUA

  No había sido un gran año para aquellas manos que trabajan en el campo. La cosecha se estaba empezando a echar a perder y por más que clamaban a todas las fuerzas del universo para que lloviera y salvara a última hora el trabajo de tantos meses, el destino se empeñaba en no dar tregua a esas personas de buena voluntad.

 Sus caras reflejaban el agotamiento y la desesperación propia de unas personas que trabajaban a sol y sombra cada día y que no encontraban al final de la jornada más que unas manos ensangrentadas, que tan solo podían llevarse a la boca un pedazo de la tierra que tan duramente habían trabajado. 

 Su carácter regio, propio de las personas del campo, se veía aún más endurecido por las circunstancias. Su paciencia caía a cuentagotas en saco roto y las noches se desplomaban como losas sobre sus lechos. Aun con todo albergaban una diminuta esperanza en que de un momento a otro la suerte volvería a estar de su lado y pudiesen salvar el año. Su sino lo atribuían a sus antepasados, a viejas rencillas entre gente del pueblo, y a personajes mitológicos que, en función de su humor, cargaban contra unos u otros.

  Se aproximaba la llegada de la Navidad: el momento de hacer balance del año y rendir cuentas con proveedores y con ellos mismos. Las sonrisas de aquellos días estaban a medio camino, como sus cosechas, y no querían más problemas que los que ya observaban cada mañana cuando abrían sus ventanas. Algunos de sus acreedores lo entendieron, otros no. Pero así es la vida, tan sencilla como una partida de ajedrez: en la que en unas ocasiones se gana y en otras se pierde.

  Aquel 24 de diciembre, en las casas del pueblo, no había más luz que las de unas velas rojas situadas en las mesas del comedor de sus salones. La cena fue más austera, eso es cierto, pero estaban con sus familias: situación que no se daba en muchos hogares que durante este año habían perdido a sus seres queridos por la barbarie del odio entre seres humanos y la sed de poder. Disfrutaron de lo poco que tenían y saborearon la esencia de la vida. Al día siguiente, cuando se levantaron, ya era Navidad y había llovido.

martes, 8 de noviembre de 2016

LAS INFINITAS POSIBILIDADES QUE OFRECE LA NATURALEZA

Una caminata por un bosque alejado de la ciudad, con hojas amarillo-naranjas esparcidas por el suelo que crujen tras el impacto de la suela de la bota contra ellas o, incluso, por la misma urbe apreciando el cambio estacional en el infinito radio de calles, tan dispares como complementarias. Se trata de algunos de los miles de planes que trae consigo el otoño y que pueden ser disfrutados en cualquier región española. Planificar una excursión para seleccionar y recoger setas o castañas puede ser la mejor idea para conectarse de nuevo con la naturaleza, tan olvidada en estos tiempos de estrés y prisas. Y es que no hace falta grandes fortunas para disfrutar del tiempo libre en esta estación del año. Una suculenta comida con amigos, acompañada (siempre) por un buen vino, puede tener como broche final una suerte de castañas que harán la velada más amena si cabe. 

Otoño entra en escena para cerrar un ciclo y echar a andar otro. Tiempo de reflexión, renacer y evolucionar. Y, prueba de ello, es su reflejo en la naturaleza. La vida sigue, el tiempo no se detiene por nadie, y después de la lluvia siempre sale el sol. 

La naturaleza nos regala continuamente magia y, por ello, no podemos apartarla de ningún modo de nuestra mente. Prueba de esa ilusión que nos inhala constantemente es algo tan simple como la nieve que, en ocasiones, entra en escena y nos sorprende como la primera vez que dimos cuenta de ella, siendo niños. 

Sin embargo, desde hace unos años, asistimos perplejos a fenómenos anormales según la época del año en la que nos encontremos: lluvias impropias en verano o bocanadas de calor a las puertas de la Nochebuena. Se llama cambio climático y responde a un fenómeno global que plantea ya una respuesta por parte de todos los estados del mundo. Sus consecuencias más visibles son éstas pero detrás hay cientos de problemas relacionados con la falta de agua potable o cosechas inservibles de alimentos. De este modo, aunque, en estos momentos, tengamos cuestiones que, aparentemente, nos exigen más atención que otras como los conflictos armados o la pobreza, no olvidemos este asunto que, sin duda, es la principal amenaza para la conservación de nuestro planeta.

miércoles, 24 de agosto de 2016

HASTA DOS AÑOS DE GARANTÍA TRAS LA COMPRA DE UN BIEN DE CONSUMO

La ley española en este campo ampara al consumidor, quien no tiene que demostrar el fallo de un producto durante los seis primeros meses que siguen a su adquisición

Adquirir productos de cualquier tipo de naturaleza forma parte de nuestra vida cotidiana y en sociedad. Las compras son una práctica habitual en cualquier época del año, que crecen de manera exponencial durante la campaña de Navidad o el periodo de rebajas. Tener la necesidad o las ganas de acercarse a un establecimiento con el objetivo de comprar es la puerta de entrada; conseguir el bien, la meta pero, ¿qué pasa cuando el producto soñado no se aproxima al ideal o se estropea a la mínima?

La ley de garantías en la venta de bienes de consumo en España ampara al comprador hasta dos años, por lo general, después de la adquisición de un artículo, un plazo que se reduce a la mitad, siempre que el producto sea de segunda mano.

Volviendo al primer supuesto, y en el caso de que el consumidor observe, durante los seis primeros meses tras la adquisición del producto, de que éste no llega a los estándares prometidos, debido, por ejemplo, a un mal funcionamiento, se exime al comprador el tener que demostrar la causa del fallo. Y es que en este caso se presupone  que el problema viene de fábrica. 

Las circunstancias cambian y se complican cuando se deja atrás el sexto mes, ya que entonces el consumidor, en caso de no estar conforme con el producto, tiene que demostrar por qué no funciona correctamente.

Por otra parte, en el caso de que los productos adquiridos sean de segunda mano, la garantía será mínima de un año, aunque vendedor y comprador podrán pactar una protección más amplia, que supere este plazo.

LA REPARACIÓN ES GRATUITA

Otro de los puntos contemplados en la ley española de garantías en la venta de bienes de consumo es que una vez que el consumidor compruebe que el artículo comprado no se ajusta a lo prometido en el establecimiento o en las instrucciones del propio producto puede dirigirse al lugar donde lo adquirió y comentarle la situación al vendedor, quien debe contestar directamente su petición. No obstante, y en el caso de que al comprador le sea complicado acudir presencialmente, podrá reclamar directamente  al fabricante.

El comprador tiene la llave en cualquier caso de la solución que quiere dar al problema generado a raíz del mal funcionamiento del producto adquirido. De este modo, puede elegir entre reparación, sustitución por un artículo semejante o devolución del dinero invertido en el producto.

En el caso de que se decante por la primera opción, la de la reparación del artículo malogrado, ésta no supondrá desembolso alguno por parte del consumidor.

Otro aspecto a tener en cuenta y que no debe olvidar el consumidor es que, en el caso de observar alguna anomalía en el producto comprado y no conservar el embalaje, también tiene que obtener una solución a su problema.

GARANTÍAS A GOLPE DE CLICK

Por otro lado, durante los últimos años, los hábitos de consumo se han transformado, en parte por la incursión de las nuevas tecnologías en nuestras vidas. Así, una tradicional tarde de tiendas se ha visto sustituida, con el paso del tiempo, por la adquisición de accesorios, electrodomésticos o perfumes a través de las diferentes tiendas online para las que solo hace falta tiempo, una buena conexión a Internet y la tarjeta de crédito.

Pese a que esta modalidad de compra es más desconocida que la convencional, el consumidor debe tener claro que las garantías siempre son las mismas. De este modo, el plazo es exactamente igual que si fuese en una tienda física: dos años tras la adquisición del bien de consumo.

De la misma manera, si el producto saliera defectuoso, el comprador tiene la posibilidad de que se lo arreglen, sustituyan por otro semejante u obtener el dinero invertido en él.

Al igual que en un comercio convencional se obtiene un ticket que prueba la transacción, en las compras virtuales, el vendedor tiene la obligación de enviar un acuse de recibo o una confirmación con la cual se puede reclamar en caso de no estar satisfecho con el producto, tal y como informa la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Otro aspecto que aún es desconocido por la mayoría de los asiduos a este tipo de compras es que una vez que el consumidor recibe el producto tiene hasta 14 días para devolverlo sin tener que pagar coste alguno por la devolución.

EN REBAJAS SIGUEN LAS GARANTÍAS

Por otro lado, en época de rebajas, algunos consumidores tienen dudas sobre si varía la protección habitual de sus compras. La respuesta es no. El plazo de dos años de garantía tras adquirir un producto es el mismo estén o no este los artículos rebajados.

De la misma manera, si observa alguna irregularidad o ve que el producto está defectuoso, tiene la posibilidad de arreglarlo, cambiarlo u obtener el dinero invertido.

ASTORGA: DE CAMPAMENTO ROMANO A CAPITAL DE DIÓCESIS

Hace tan solo unos meses, 'aterricé' por primera vez en Astorga, la conocida, por algunos, como la capital de la Maragatería, situada en la provincia de León. Llegué de noche y nada más adentrarme en el centro de esta localidad, conformada por más de 11.500 habitantes, mis ojos se iluminaron de repente al ver la primera postal que me regalaba el lugar: aquella en la que aparecían en un mismo plano la Catedral y el maravilloso Palacio Episcopal de Gaudí que, junto a la Casa Botines (León) y El Capricho (Cantabria), supone una de las pocas joyas del arquitecto fuera de Cataluña. 

La obra de Gaudi se inspira en el periodo Gótico Medieval y traslada, con la imaginación, a un cuento, del que el visitante no quiere que acabe nunca. Por su parte, la Catedral, con una mezcla de estilos (bárroco, gótico y renacentista), se acomoda a su lado para regalar su belleza a todo el viandante que se le aproxime.

La historia de Astorga da para escribir una importante colección de libros. Y es que, nacida como campamento romano a finales del siglo I antes de Cristo, experimentó una importante evolución que la llevó a coronarse como sede episcopal allá por el siglo III. De este modo, la religión juega un importante papel aquí y, prueba de ello, son los numerosos templos dedicados al culto que se pueden encontrar (Santa Marta, San Bartolomé, Puerta del Rey... ). Por su parte, de aquellos tiempos imperiales aún quedan huellas en la ciudad, como las cloacas, el foso, puente y las termas. 

Otro aspecto que hace volver a llevar la atención a Astorga es su situación estratégica en el Camino de Santiago. Se trata de una parada obligatoria dentro de las etapas que conforman el Camino Francés y que atrae, cada año, a innumerables peregrinos venidos de todas partes del mundo. 

'DEL COMER Y DEL BEBER'

Astorga presume además de que todo aquel que la visita se va saciado en lo que al aspecto gastronómico se refiere. Su plato principal, el cocido maragato, surgió para dotar de toda la energía posible a los trabajadores del campo y llama la atención, no por su composición, sino por el orden en el que se sirven todos sus elementos. De este modo, en primer lugar, se ofrece una importante variedad de carne (chorizo, gallina, oreja de cerdo...) para luego pasar a los garbanzos y el repollo y finalizar con la sopa.

Además de este plato salado, la capital de la maragatería también cuenta con un importante surtido para los más golosos. Sus hojaldres y mantecadas hacen las delicias de los más exigentes, quienes pueden acompañar este homenaje al cuerpo con una buena taza de chocolate, fabricado en esta zona de España. Además, si se quiere ahondar en los orígenes y el proceso de elaboración de este manjar, se puede acudir al Museo del Chocolate, en una visita que no dejará a nadie indiferente. 

En los alrededores de Astorga, se encuentran los conocidos como pueblos maragatos, cuya visita también está recomendada. Entre ellos, se encuentra Castrillo de Los Polvazares, situado a 7 kilómetros. El pueblo, de una belleza sin precedentes, se detiene en el tiempo para mostrar sus caminos empedrados y sus fascinantes casas, las cuales presumen del contraste entre su construcción de piedra y el colorido de sus ventanas y puertas. 

'IMPRESIONES' DE LEÓN

Saliendo de esta zona y con ansias de conocer más lugares de esta provincia, está León, su capital. De este modo, a tan solo 50 kilómetros de Astorga, se puede disfrutar de más bellezas arquitectónicas, como la Catedral, de estilo gótico, y memorable por sus hermosas vidrieras de colores; la Casa de Botines, obra mencionada anteriormente; el Parador de San Marcos y la Colegiata de San Isidoro. 

Con sus casi 130.000 habitantes, León se reafirma como una de las ciudades en las que residir sin perder calidad de vida en el intento. Y es que no hace falta dar muchos pasos para tropezarse con joyas arquitectónicas, conocidas tiendas u otro tipo de servicios. 

Además, si por algo atrapa esta capital es por las abundantes tapas con las que los propietarios del Barrio Húmedo y Romántico agasajan a todo aquel que cruce el umbral de sus bares con el solo propósito de pedir una cerveza o vino. Hablando de este último, una recomendación para todo aquel que visite la ciudad: pidan una copa de Impresiones, un vino semidulce de la tierra, y cuando la caten, brinden por una servidora. 


Esta entrada se la dedico a 'mi chico' y a todos mis amigos de León ;-)

martes, 17 de mayo de 2016

A MIS CASI 30

A pocos días de apagar con ahínco todas las velas de mi 30 cumpleaños, acompañada de la gente que más quiero en el mundo, echo un vistazo a la década que dejó a mis espaldas y no puedo estar más orgullosa de todas las experiencias que he vivido y del camino recorrido hasta el momento. En resumen, reír --pero también sufrir-- es sinónimo de vivir.

Parece que fue ayer cuando volvía de la universidad de Leioa, donde descubría cada año, junto con mis compañeras, asignaturas de muy diversa índole, al tiempo que ansiaba con iniciar mis pasos en aquel soñado mundo del papel, los micrófonos y la información. 

Vestida con mis pantalones vaqueros y una de mis camisas largas de flores --era mi look favorito en aquella época-- brindé por el comienzo de una nueva década, semanas antes de que un mensaje en el contestador del teléfono de casa me abriese la puerta a un maravilloso estudio de radio.

La inexperiencia con la que comencé mi periplo por el mundo periodístico se transformó con el paso de los días en seguridad y fascinación por la magia con la que la radio impregnaba a todo aquel que se atravesaba en su camino. Dos veranos después, abandoné este medio entre lágrimas y acompañada por la incertidumbre que --aunque no lo sabía por aquel entonces-- vendría para quedarse.

Semanas después, decidí salir de la zona de confort y me fui a Bruselas. No lo pensé más de dos veces. Llevaba una maleta grande y mucha decisión. Lo hacía movida por un único fin: descubrir nuevos senderos periodísticos. Tenía 22 años y grabé en mis retinas cumbres comunitarias así como rincones de la capital de la UE. Aprendí que se puede ser feliz con uno mismo y superar toda clase de imprevistos.

Me marché de la ciudad de Tintín pero seguía con ganas de comerme el mundo. Santander-Burdeos-Santander. Me empaché de libertad y me obsesioné con buscar estabilidad. Una idea que nos inyecta la sociedad desde que somos pequeños y que, a raíz de la crisis económica de 2008, tratamos de arrancarnos con uñas y dientes si queremos ser un poco felices.

Decidí en ese momento que encontraría lo que yo consideraba que era el 'equilibrio' en Madrid. La ciudad siempre me llamó la atención y la vida en la capital me vino como anillo al dedo. Entre las juergas con los nuevos compañeros de viaje y los apuntes, los días del primer año volaron. Aun así, mi objetivo no se cumplía con la premura que yo deseaba y no disfrutaba al 100% de la experiencia que la vida me estaba brindando.

Pero siempre hay recompensa para quien busca oasis en medio del desierto: las risas compensaban a las lágrimas y, de esta forma, llegaron las primeras amigas-hermanas con su contagiosa alegría y confidencias. Siempre he creído que una buena amistad o relación sentimental está basada en la empatía, el respeto y la magia. Es esta conexión entre personas la que lleva luego al intercambio de inquietudes y buenos momentos.

No obstante, es difícil llegar a ese grado de confianza con todo el mundo. Exige tiempo y química. Sin embargo, aunque no se consiga llegar a ese nivel de relación, algunas personas que se atraviesan en nuestra vida, nos enseñan alguna lección, pese a que, tiempo después, abandonen nuestros senderos. Y es que solo las relaciones, nacidas de una base solida y que sean sanas sobreviven con el paso del tiempo, pese a obstáculos como la distancia.

El mundo laboral no solo no trajo la estabilidad esperada sino que empujó con fuerza mis pies sobre el suelo. En paralelo, mi carácter se tornó impulsivo y mis vísceras ganaban con sobrada fuerza a mi cabeza. Si bien mi objetivo era ser una persona reflexiva --un logro conseguido después de mucha disciplina en el trabajo-- confieso que mi pasión me hace sentirme cada día más viva. 

Fueron muchas decepciones a nivel laboral --y muy seguidas-- las que empañaron el brillo de mis ojos; no obstante, mi perseverancia y mis seres queridos me hicieron saltar, cada dos por tres, como resorte en busca de horizontes nuevos. Y es que el mejor lema de vida es despertarse con la ilusión del hoy y mañana.

En el plano personal, hubo abusos de confianza y decepciones que nunca lograron desbancar al apoyo y la complicidad de las personas queridas. Su rastro ha dejado una pizca de desconfianza en mí, que trata de ser eliminada en cada batalla diaria. 

En resumen, tras todos estos años, he venido a confirmar que, en esa lucha por ser feliz, conviene alejarse de lo establecido, quitar peso de la mochila, y buscar el camino que a cada uno le hace bien. No es fácil, supone romper con estereotipos y nadar a contracorriente en algunas ocasiones.

Lo bueno es que, en ese viaje, existen compañeros infranqueables --aun en la distancia-- y almas gemelas que hacen volver a creer en el ser humano. Quizás sea eso lo mejor de la (mi) existencia, y el mejor valor conseguido en toda está década que, en unos días, dejo atrás.