domingo, 20 de enero de 2013

DIFERENCIA HORARIA

Dos relojes de esfera redonda y perfectamente alineados ilustraban la pared de aquel local alborotado, al que habían prohibido la entrada al pesimismo. El primero marcaba la hora peninsular y, el segundo, iba atrasado con respecto al otro ---no es que sus agujas trabajasen menos, ni mucho menos, solamente recordaba en qué momento del día se encontrarían los compatriotas de los regentes del lugar--. Cientos de fotos sazonaban el ambiente, algunas para su gusto demasiado sugerentes por tratarse solamente de un 'restaurant', al tiempo que los instrumentos musicales se concentraban en explosionar sus mejores notas. Uno o dos cantantes acompañaban la melodía con letras manidas y alegría tácita. Los presentes, levantados cual resorte, buscaron cómplices espontáneos de la noche para desoxidar compases adquiridos o aprender a mover sus piernas de manera diferente a la que hacían habitualmente. Los colores vivos de la indumentaria  y decoración se mezclaban --allí, no cabía sitio para el negro, gris o azul oscuro-- y las gotas de los cócteles salpicaban de la misma manera que la lluvia fuera desafiaba a los callejeros de la noche. Soñó cómo sería subirse en un avión, caer en esa ciudad dorada en la que el tiempo se ha detenido, y comenzar a explorar esa isla que abraza al océano.