domingo, 30 de octubre de 2011

CONTRASTES

Probablemente, aquel señor de mediana edad que se sienta todos los días debajo de las Torres Kio y que agita con fuerza un vaso con monedas para llamar la atención de los viandantes no le interese el 'rifi-rafe' que se traen los partidos políticos españoles estos días. Tampoco, a ese joven, que sin oficio ni beneficio, ha decidido desempolvar el violín de su armario para compartir sus sonidos con los usuarios del metro. También dudo que la anciana que extiende la mano y que mira fijamente a los ojos de las personas con las que se tropieza en la calle Hilarion Eslava conozca las promesas que empapan los programa políticos y que difunden los candidatos a través de mitines y ruedas de prensa. El padre de familia tiene ocupaciones más importantes como acudir todos los días a la oficina del INEM más cercana o recorrer las calles en busca de carteles con mensajes alertadores. Este viernes conocíamos el triste dato (cerca de cinco millones de parados) que daba a conocer la Encuesta de Población Activa (EPA) y en el que queda reflejado la grave crisis económica que nos afecta desde hace tres años, y que nuestros representantes no han sabido gestionar. La pobreza y desolación que inunda estos momentos en la mayoría de hogares españoles contrasta con la altanería y el derroche que está haciendo la clase política. Precisamente, esta misma semana conocíamos que los futuros diputados dispondrán de un 'iPAD' e 'iPHONE' con los que podrán 'trabajar' mejor durante la próxima legislatura. Una anécdota que se suma a la lista de gastos innecesarios, a los que nunca meten tijera, y que curiosamente todos defienden con aplomo, sean del partido y la nacionalidad que sean. Mientras el alcalde de Madrid se dedica a prohibir que las personas 'roben' comida de los cubos de basura aparcados en la calle, con una pena de 750 euros, disfruta de los servicios de un mayordomo, por un módico precio de 3.000 euros al mes, y que es sufragado por el propio Consistorio. Se trata, por tanto, de una sociedad llena de contrastes, que debemos de ir desdibujando poco a poco los ciudadanos si queremos conseguir un panorama mucho más justo.

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