viernes, 26 de agosto de 2011

SOBRE LA 'PRIMAVERA ÁRABE'

El año 2011 quedará grabado a fuego en la memoria de marroquíes, tunecinos, libios, sirios y yemeníes. La llamada 'primavera árabe' ha supuesto un punto de inflexión entre la conformidad y la rebeldía de un pueblo, que harto ya de tanto tiempo de dictadura y de sometimiento a las directrices de un líder, ha salido a las calles de sus países respectivos a pedir reformas constitucionales y el derrocamiento de un régimen que no ha hecho más que socavar sus derechos y libertades. Así, las consignas y las pancartas de miles de actores anónimos han provocado el derrocamiento del gobierno del expresidente tunecino Zin Al Abidin Ben Ali y del egipcio Hosni Mubarak. Asimismo, en los próximos días podremos asistir a la caída del líder libio Muamar Gadafi, que se resiste a abandonar el poder después de más de 40 años en el mismo. El espíritu reivindicativo de la  'primavera árabe' se ha propagado como onda expansiva por estos países, cuyos habitantes no han dejado de luchar por su suerte, a pesar de que en ocasiones han tenido que afrontar fuertes represiones policiales, que han dejado muertos y heridos,  y masivas detenciones. Sin olvidar el caso de la población siria que ha tenido que esquivar durante varias manifestaciones a los tanques gubernamentales que trataban de apagar sus peticiones. Solo el pueblo árabe puede ser el artífice del cambio y de la instauración de la democracia en sus propios países y la comunidad internacional no tiene más que el deber de apoyarles en los cambios que promulguen sin entrometerse en sus asuntos internos. Europa ha tomado nota de lo que estaban haciendo estos países geográficamente tan cercanos y ha salido también a la calle a exteriorizar su inconformismo ante la actuación de sus dirigentes. Así, España protagonizó, protagoniza y protagonizará una oleada de protestas de la que forman parte personas de todas las clases y edades que han tomado como bastión la madrileña Puerta del Sol y han registrado una cifra y una letra (15-M) como señas de identidad de todas estas manifestaciones. Las crisis plantean cambios y retos y aceleran la creación de movimientos sociales que impulsan la democracia en aquellas zonas en las que no existe o recuerdan su existencia en otras. Tengamos presente todos los días de nuestra vida esa consigna tan antigua y tan vigente de que "el pueblo unido, jamás será vencido".

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