miércoles, 24 de agosto de 2011

CREENCIAS Y FERVORES

Madrid está siendo, durante estos días, el escenario del encuentro de la 'Jornada Mundial de la Juventud', presidida por la máxima autoridad religiosa cristiana en la tierra: el Papa Benedicto XVI. Esta visita está generando mucha polémica puesto que en España muchos de sus habitantes no profesan la religión cristiana y no están de acuerdo con que el país financie ---a través de desgravaciones fiscales--- este encuentro. Una vez más la religión vuelve a ser motivo de confrontación y disputa entre gente que se declara practicante, no practicante, agnóstica y atea. Desde tiempos ancestrales, el hombre ha necesitado creer en algo o en alguien, agarrarse a un clavo ardiendo, y dar sentido a su existencia. Es muy respetable e incluso admirable ver a personas que están entregadas a una causa y que comparten sentimientos y vivencias. El problema viene cuando no se respeta al que sigue a otros líderes espirituales o al que simplemente no cree: al ciudadano que no tiene entre sus inquietudes seguir las directrices de un 'guru' y que simplemente quiere vivir su vida en base a sus propios patrones. Esas personas deben de ser igualmente respetadas y entendidas también. Tal y como decía el expresidente norteamericano Bill Clinton, "poseemos en este país la mayor libertad religiosa en el mundo, incluyendo la libertad de no creer”, pues debemos de ser consecuentes con este principio y garantizar que toda la sociedad disfrute de todos sus derechos y libertades.

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