viernes, 26 de junio de 2015

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: ESE ARMA DE DOBLE FILO

La libertad que tiene una persona para hablar y expresar su opinión sobre cualquier tema es un derecho infranqueable y reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Aun con ello, despegar los labios en muchas partes del mundo es una acción perseguida e, incluso, castigada con penas de cárcel y torturas. A veces, ni tan siquiera es necesario volar tan lejos para encontrarse con casos de este tipo sino que en el mismo ambiente laboral, o en la sociedad en general, la gente que interrumpe el discurso estandarizado de empresarios y políticos con sólidos argumentos es la que suele salir peor parada.

Por otro lado, la cuestión de hasta dónde tiene que llegar la libertad de expresión sin que rebase la frontera de la ofensa personal genera un amplio debate del que muy raramente se suelen extraer conclusiones que contenten a todo el mundo. De este modo, hace unos meses, París y el resto del mundo se solidarizaba con las víctimas de un atentado terrorista perpetrado a una revista satírica que llamaba la atención con más sorna que pintura sobre la creencia y realidad que se vive en el mundo islámico (y no solo hacía referencia a esta religión sino que también ironizaba sobre otras). Jamás de los jamases un periodista puede ser callado y menos de esa brutal manera; sin embargo, ¿es lícito no respetar la manera de entender la cultura y la fé de otra persona pese a que algunas de sus doctrinas sean antidemocráticas?.

Recientemente, un recién nombrado cargo público en nuestro país fue cuestionado antes e imputado después por unos sucesivos chistes (de pésimo gusto, por cierto) que difundió por las redes sociales hace cuatro años. Su libertad de expresión se entremezclaba con la ofensa mientras hacía alusiones a terribles sucesos de nuestra historia contemporánea como lo son el nazismo y el terrorismo político. Entre este caso y el anterior, dejando de lado los decesos del primero, ¿cuál es la diferencia?, ¿dónde acaba la libertad de expresión y empieza la ofensa?, ¿por qué defendemos con garras este derecho universal cuando mediaticamente nos incitan a ello y lo criticamos cuando no cuenta con el apoyo popular?.

Conseguir un consenso en este tema siempre será dificil ya que cada uno tiene un cristal diferente a la hora de ver y analizar este controvertido asunto, que seguirá generando polémica hasta el final de los tiempos.  

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