jueves, 4 de junio de 2015

INTELIGENCIA EMOCIONAL

"Nada es absoluto. Todo cambia, todo se mueve, todo gira, todo vuela y desaparece"Frida Kahlo.

Desde la infancia, nuestro círculo más cercano (familiares, profesores...) nos marca el camino que vamos a seguir hasta la edad adulta. Esta etapa es clave en la definición de nuestra escala de valores, actitud ante la vida, carácter, y modelo de familia-trabajo. Estas personas que protagonizan esta etapa de la vida van a ser nuestros referentes a lo largo de nuestra existencia, y van a constituir nuestro punto de partida. El margen de cambio que tenemos de mayores es limitado pero, no por ello, nos vamos a conformar con ese 'status quo'. Las experiencias positivas y negativas (más éstas que las primeras) que se van sucediendo a lo largo del tiempo van a ser el motor de esa ligera transformación en la edad adulta. Ellas van a rotar, aunque no lo queramos, nuestro punto de vista, y nuestras preferencias. Eso sí, algo que debería resultar inamovible es nuestra escala de valores. En el caso de darla la espalda, y dejarse llevar por las circunstancias, uno de nuestros tesoros más preciados, nuestra personalidad, nuestra alma, quedaría reducida a cenizas. Apuesto porque en esa etapa tan importante de la vida, como es la niñez, en la que se palpa la esencia de la vida en su estado más puro, y en la que no existen equipajes emocionales, y se disfruta del presente como si no hubiese un mañana, se impartan en las aulas, además de matemáticas, lenguaje o dibujo, clases de inteligencia emocional, en las que enseñar actitudes y valores que van a constituir el asiento de nuestras acciones a lo largo de nuestra vida. 

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