Son tantas las cuestiones que quiero morder en una sola
entrada que no sé por donde comenzar. Me centraré en tres, que iré distribuyendo en varias: el drama de la
inmigración con los continuos saltos de la valla de Melilla por parte de
personas que buscan un futuro mejor; el conflicto en Gaza (Palestina), que se
ha cobrado la vida de un millar de seres inocentes, y de la epidemia de Ébola
que azota en estos momentos a varios países africanos.
Quería comerme 2014 a bocados y, nada mejor para ello, que
viajar hacia un lugar periodísticamente interesante, hablar con los lugareños,
escribir sus historias, y, en el mejor de los casos, venderlas al mejor postor.
Necesitaba para esta aventura un cómplice: otra alma soñadora como la mía. Tras
varias vueltas a la esfera terrestre sin despegar los pies del suelo se pensó
en un punto caliente en esos y estos momentos: Melilla. Allí se encuentra una
construcción del hombre con el objetivo de dividir mundos y establecer
distancias. No contentos con esa separación artificial, la conocida valla está conformada por concertinas que tratan de amedrentar a los valientes que tratan
de cruzar al que se supone que es un lugar mejor para vivir. Algunos osados
caen presas de sus garras y, lastimados, expulsan su dolor, a veces no tanto
físico sino procedente de sus almas por recorrer miles de kilómetros y
encontrarse a su llegada con la bienvenida más malvada que un ser humano puede
encontrar.
Precisamente, entre las pocas lecciones que aprendí cuando
estudiaba Periodismo, se encuentra la de cómo
se trata en los medios de comunicación la cuestión de la inmigración. Recuerdo
aún que el profesor nos dio varios periódicos y nos hizo subrayar todas las
expresiones 'políticamente incorrectas'
que hacían referencia a la llegada de personas de terceros países al nuestro.
Esa enseñanza se me quedó grabada a fuego y, por eso, nunca escribo, ni en un
titular, la expresión 'sin papeles', aun teniendo que sustituirla por otra más
larga y rebuscada.
El drama de Melilla o el de la inmigración en general se
plasmó este año en la foto ganadora del 'World Press Photo'. Una instantánea
poco común a las ya premiadas que, en su composición, se retrata a varios
inmigrantes utilizando la luz de su móvil en una noche oscura como su futuro
que trata de alumbrar su camino. Los expertos comentan que la imagen dignifica
su travesía hacía lo que supone que es un mundo mejor, al tiempo que pone en
valor el uso de las nuevas tecnologías.
Finalmente, tras varios intentos fallidos de contactar con varias
organizaciones no gubernamentales que trabajan en la zona, se decidió abortar la
misión, no sin cierto mal sabor de boca por no haber podido pisar la zona para
denunciar el drama.
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