miércoles, 19 de diciembre de 2012

EN DICIEMBRE

Diciembre es uno de los meses del año con estrella. Consigue que hasta el más escéptico del mundo quede atrapado por su magia. El último mes del año permite al individuo que obvie por un instante su presente y haga balance de sus 11 meses anteriores; además de que fije sus próximos techos para el año que apunta con el dedo. 

Es el mes de la infancia y las ilusiones. Las luces de colores alumbran los cielos sin firmamentos de ciudades industrializadas y polucionadas. Los centros comerciales acogen belenes de plástico y difunden villancicos encorsetados. Se quiere mantener las tradiciones, cueste lo que cueste. Los anuncios en la televisión muestran la paleta cromática completa a fin de llegar directo al espectador y conseguir sus objetivos primarios.

Diciembre abre paso a una estación en la que el frío es reinante e invade las calles de pueblos y ciudades. Numerosos pobladores tratan de huir de sus tentáculos en cajeros, en los que, precisamente, sus altos mandos han soltado la vorágine. También, durante esta fecha, se duplican aquellos que, por unos duros a fin de mes, apelan a la gente a mostrarse más solidaria mediante cuotas mensuales a favor de una organización no gubernamental. Y, los buenos deseos, en forma de chocolate o champán, también tienen su lugar en este momento. Toca deshojar el calendario, bailar el último tango ante el reloj, alzar las copas y olvidar para volver a comenzar.

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